Comentario al evangelio 31.07.2016
El dinero arrastra al desapercibido a una trampa sigilosa. Le lleva a donde quiere, le programa su vida, le aparta de sus amigos, divide a su familia, le hace olvidar incluso a Dios. Pero, sobre todo, le engaña porque elimina de su mente el pensamiento de la muerte.
En el pasado la muerte se agitaba como un espantajo. Hoy asistimos al fenómeno opuesto, pero igualmente dele-téreo: se intenta de todas las maneras posibles hacer olvi-dar que desde el momento en que se comienza a vivir, se comienza también a morir.
La insensatez, la ofuscación mental provocada por el dine-ro se hacen patentes en el hecho de que, justamente en presencia de la muerte (la división de una herencia tiene lugar después de un fallecimiento) la codicia hace desapa-recer el pensamiento de la muerte.
Jesús no ha despreciado los bienes de este mundo, pero ha puesto en guardia ante el peligro de convertirse en escla-vos de éstos.
(P.Fernando Armellini)
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