Comentario al evangelio 29.09.2013
Una estudiante cuenta lo que le ocurrió en un examen.
Durante mi segundo mes en la escuela de enfermería el profesor nos hizo un test. Yo que era buena estudiante contesté a las preguntas con rapidez hasta que llegué a la última pregunta: «¿Cuál es el nombre de la señora que limpia la escuela?»
Me parecía una broma. Yo la había visto, era alta, de pelo oscuro y de unos 50 años, pero ¿cómo podía saber su nombre? Dejé la pregunta sin contestar. Antes de terminar la clase, alguien preguntó si esa pregunta también contaba para la nota. Por supuesto, dijo el profesor. A lo largo de sus vidas encontrarán muchas personas. Todas son importantes. Todas merecen su atención, incluso si sólo les dicen hola o les sonríen. Nunca olvidé esa lección y también aprendí el nombre de la señora, se llamaba Dorotea.
¿Sabe usted el nombre de la persona que está a su lado? ¿No? Pregúnteselo. Esa persona es muy importante, aunque no lo parezca, es hijo e hija de Dios. Es una pregunta que Dios nos hará al final, en el test definitivo y contará más que cualquier otra. Jesús nos cuenta la historia de un hombre rico que aquí había encontrado su cielo, comía bien, vestía mejor y lo tenía todo pero desde este cielo suyo no veía a Lázaro, pobre, con hambre, vestido de harapos y lleno de llagas, ignorado, no amado, vivía aquí en su infierno.
Todos sabemos que el cielo y el infierno de la tierra son pasajeros y de doble dirección. Seguro que conocéis a gente que han salido del infierno de la pobreza… y otros, por su mala administración y su mala cabeza del cielo y la fama bajaron al infierno del olvido. Al final de la vida todo es irreversible. Ya no se puede elegir. Lázaro fue llevado al cielo cerca de Abrahán. El rico fue llevado al infierno, al lugar del tormento. ¿Por qué fue Lázaro al cielo? Lucas no nos lo dice, no nos dice que fuera cursillista, carismático, catequista o sacerdote…simplemente nos dice que era pobre, no más adjetivos. ¿Por qué fue el rico al infierno? Lucas no nos dice que fuera malo, ladrón, explotador…Simplemente nos dice que no vio a Lázaro tendido a su puerta. Y Dios que sí ve y sí oye el clamor de los Lázaros de este mundo dio a cada uno su cielo o su infierno. Y Dios que sí ve y tiene predilección por los Lázaros cambió sus destinos para siempre. La riqueza, ídolo del mundo y cielo aquí, nos cierra los ojos a la riqueza del amor de Dios y nos impide ver y redi-mir el infierno en que viven los pobres
.(Juan Jáuregui)
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